PIEDRA, PAPEL, TIJERA

Algunas personas me dicen que tengo un problema con las distracciones. Si quieren lo admito: hola, soy Paula, y soy distraicólica. Pero yo creo que no es distracción, sino asociación. Ciertamente, todo es asociable. O sea, que si me mandan escribir una carta de amor, pues la asocio con la carta que me ha enviado mi compañía eléctrica amablemente para darme a conocer lo que les debo; o con el libro El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain, que me ha recordado a Correos y su buzón amarillo y lo sobres con burbujas para explotar, y cuya explosión me ha recordado a las cartas que recibía el Inspector Gadget, que explotaban y que las escribían intercalando STOP entre las frases, lo que me ha recordado a la señal de tráfico que hay en mi pueblo y que todo el mundo se salta, como las gambas, que las pongo salteadas con champiñones, los cuales me han recordado que hoy hay Champions.


Imagen de StockSnap en Pixabay


A lo que iba, que yo hoy quería escribir sobre mi sobrina. El otro día (período de tiempo entre ayer y cinco años atrás), le enseñé el juego de piedra, papel o tijera. La verdad sea dicha: si tomara mis decisiones así, igual no estaría cubierta de fango hasta las tetas, pero qué le voy hacer; prefiero culparme a mí y no al azar; así siento al menos tener el poder de decidir lo que soy.

Pues eso, que explicando las normas de piedra, papel o tijera comprendí una cosa. Suelo comprender más de una a lo largo del día, es solo que no voy a explicar aquí todas las cosas que entendí ese día. Si me vieran ahora mismo esas personas que hablan sobre mis distracciones, estarían orgullosas de que no me vaya por los cerros de Úbeda, no hable de las cosas que comprendí ese día y siga el hilo de la historia (vuelvo ahora, que me he acordado de otro hilo y lo tengo que cambiar).

Pocos años después de la importante batalla de las Navas de Tolosa (1212), cerca de esa localidad, tuvo lugar otro enfrentamiento entre los cristianos y los almohades. Justo antes de comenzar el combate, uno de los altos mandos del rey Fernando III el Santo, Álvar Fáñez, conocido como “el Mozo”, desapareció sin que nadie supiera a dónde había ido. Horas más tarde, cuando ya había pasado el peligro y habían conquistado la ciudad reapareció y, al preguntarle el rey dónde había estado durante la contienda, contestó que se había perdido en los cerros de Úbeda.

¿Es curioso, verdad? Sí, sí, ya voy. También es curioso lo de Piedra, Papel, Tijera. Me estoy recordando a Homer Simpson cuando quiere contar algo súper importante a su familia (soy de esas personas que citan a los Simpsons para explicar todos los acontecimientos de su vida), y siempre que Homer la va a contar se queda en “estaba yo en la calle tal y estaba tarareando tuturutu…”, y se queda tarareando y nunca termina la historia. Probad a hacerlo. Yo se lo hice una vez a Gerard. Comenzaba una historia intrigante y a medias le decía que eso pasaba mientras yo tarareaba una canción (la tarareaba) y él decía si podía parar de tararear y continuar. Entonces ahí tú dices, sí, claro, y empiezas de nuevo la historia y vuelves a tararear. El de al lado se queda con cara de estreñimiento pensando cómo ha podido acabar en Vitoria con una deficiente que llama arreglarse a ponerse un bufanda para tapar el borde del pijama que sobresale y ponerse un gorro para tapar sus pelos de Actor secundario Bob (Bob Patiño en Hispanoamérica).

Bueno, voy a lo que nos interesa. Yo estaba con mi sobrina enseñándole las cosas importantes de la vida, es decir, el mayor número de juegos posible y el saludo entre Will y Jazz en el Príncipe de Bel-Air, y me di cuenta de algo muy importante al enseñarle las reglas: tijera corta papel, piedra rompe tijera y, he aquí la maravilla, papel gana a piedra. Puede que os parezca una tontería, pero no había sido consciente de que, desde pequeña, aprendí que con el papel ganaría mis batallas; que el poder de la palabra sobrepasa al de la fuerza, que no hay mayor revolución que coger un libro entre mis manos, que mi arma es el lápiz, que escribir ya es una auténtica lucha y que hace falta valor para coger un papel cuando te lanzan una piedra, a no ser que estés en Úbeda y no te enteres de nada.

Comentarios

  1. Buenisimooooooo
    Pero que bien lo mezclas todo
    Jajajajaj

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